Salvaguardar la dignidad de las
personas que afrontan su final de vida constituye un objetivo clave en la
práctica de la atención paliativa, que no es concebible sin una comprensión y
valoración amplias y proactivas de sus necesidades y preocupaciones, de modo
que seamos capaces de mejorar su bienestar y el de su entorno.
La dignidad, especialmente cuando
se entiende en términos de autonomía, aparece como argumento clave en debates clínicos,
legales y filosóficos sobre el final de vida, a pesar de la falta de claridad
conceptual y de consenso existente al respecto, así como sobre la relación entre
ambas en dicho contexto.
Rodríguez-Prat et al. publicaron
en 2016 un ilustrativo estudio que nos ayuda a entender mejor la naturaleza de este esencial concepto, desde la perspectiva del paciente.
Se trata de una revisión sistemática y síntesis interpretativa de estudios cualitativos
en la que analizaron las experiencias de 400 personas, identificando tres elementos
fundamentales: 1) la dignidad mediada por la pérdida de funcionalidad,
vinculada a la pérdida de control; 2) la dignidad como parte de la identidad
y autoestima; y 3) la autonomía como factor determinante de la dignidad
percibida, entendida como los deseos tanto de control sobre el proceso de morir como de
autodeterminación.
Proponen, además, un modelo
explicatorio que muestra la integración dinámica de estos elementos y resalta
cómo quienes poseen un sentido intrínseco de la dignidad mantienen una visión
positiva de sí mismos frente a su enfermedad, mientras quienes la basan en
valores como la autonomía, la capacidad de controlar sus circunstancias o la
calidad de vida, sienten un menoscabo de esta.
Parece claro que la dignidad, además
de como rasgo intrínseco de la vida humana, se manifiesta en la enfermedad
avanzada como un concepto complejo, multifacético y dinámico, entrelazado con el de autonomía y muy vinculado a
la noción de identidad personal.
Dado que el sentimiento de
dignidad se ve influido por diversos factores externos, es fundamental que los
profesionales desarrollemos planes de cuidados que contemplen las áreas vitales
que soportan el sentido de dignidad de nuestros pacientes, a fin de contribuir a
preservarlo y mejorar así su calidad de vida.
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