lunes, 13 de abril de 2020

Atención Paliativa en tiempos de pandemia

La importancia de la atención paliativa en respuesta a otras pandemias previas está bien documentada, por más que no haya dado lugar a planes de contingencia ni formativos específicos y que la literatura relacionada continúe siendo muy escasa.

En una revisión de urgencia, Etkind et al. han analizado 10 estudios, principalmente de tipo observacional, para proporcionar la primera síntesis de evidencia que pueda servir de guía a los equipos de medicina paliativa en su respuesta a la pandemia por COVID-19, aunque la calidad de las recomendaciones no sea muy elevada.

De acuerdo con su análisis, los servicios de medicina paliativa deberían establecer como líneas estratégicas generales:

  • Ser capaces de responder de forma ágil y flexible a los cambios en las necesidades.
  • Generar protocolos para el control de síntomas y adiestrar al personal no especializado en su aplicación.
  • Integrar circuitos de apoyo con los servicios comunitarios.
  • Reorganizar el apoyo de voluntarios hacia la atención telefónica u online, o a servicios en la comunidad.
  • Facilitar un ambiente de camaradería dentro del equipo.
  • Emplear la tecnología para asegurar la comunicación con pacientes y cuidadores.
  • Estandarizar la recogida de datos.

Mención especial merecen los equipos comunitarios, cuya actividad se sabe puede facilitar la planificación anticipada de decisiones y el control sintomático, así como evitar el ingreso hospitalario en personas al final de la vida. Una rápida respuesta de estos equipos puede ser también de gran utilidad en pacientes con COVID-19, quienes podrían preferir seguir recibiendo cuidados en su domicilio o residencia, si bien es algo que no se ha evaluado hasta el momento. Y evitaría al paciente tener que acudir a hospitales gravemente sobrecargados salvo en el caso de desarrollar un síndrome de distrés respiratorio agudo.

Es cierto que la atención a las necesidades paliativas durante una pandemia como la que estamos sufriendo puede verse dificultada por un ambiente “hostil”, por la implementación de mecanismos para el control de la infección y por la sobrecarga de los servicios asistenciales, así como por la frecuente alteración del entorno de cuidados.

Con todo, los equipos de atención paliativa se encuentran en una situación inmejorable para contribuir a afrontar los complejos desafíos éticos derivados de la necesaria distribución de recursos escasos en una situación como la presente.